Gotas de agua dulce,
berridos de genio adusto
que a los moros acojona
que a los gestos descoyunta
la barbarie de los otros.
Más que a una torre, serena,
quieta ante viento y tormenta,
faro de luz que a lo lejos gira,
brillante en la frustración,
sin la duda que bascula
en mi corazón de berberecho.