Manchas de tinta sobrina de juegos internos que escarcean arredol de un cuenco triste. Y un miedo de llenar con vida la guarida intocable del fantasma de charol.
Por eso es que el sebo se borda en la solapa y se palpa en tu corazón de hoja de larva de seda. Y empieza la siesta, sedado en la almohada de tu teta prieta.